6 de septiembre de 2008

LA PLAYA DE LA PEÑA


El verano era la época dorada, sin colegio, sin abrigos de lana incómodos, sin levantarse temprano, sin profesores , se respiraba libertad.
Cuando solo tenia 5 años aprendí a nadar entre las rocas de mi querida playa de La Peña, el mayor logro era llegar hasta la roca mas grande donde se tiraban los mas atrevidos. Recuerdo como incluso por las noches soñaba despierta en poder llegar hasta aquella roca enorme y saltar de pie, de cabeza, el salto del ángel ....como hacían ya mis hermanos mayores . Luego cuando lo conseguí ya era una jovencita que le gustaba bañarse un poco mas lejos de la roca que da nombre a la playa, aquella parte le llamábamos Boguero, unas rocas unidas a la orilla que se adentraban en el mar, formando estrechos pasadizos que se comunicaban con otras lagunas pequeñas de bastante profundidad, en las que era una delicia nadar, había también rocas cercanas, a ellas se llegaba nadando un poco mas, en ocasiones servían para estar sola como en una isla o para ir con otra amiga y contarnos confidencias. El agua era transparente y limpia, me zambullía solo llegar y ya no salia del agua hasta que me llamaban para irnos, tenían que repetírmelo varias veces , nunca quería salir del agua. Se descansaba a tomar el sol en la roca mas grande, se extendían las toallas buscando los huecos perfectos para sentarse y tumbarse . Era una delicia bucear y ver los fondos cristalinos, de una increíble belleza, nos acostumbramos a ver las temibles morenas, cuando alguien veía una avisaba y trepaban a las rocas pero yo y algunos mas atrevidos, locos o imprudentes nos gustaba verlas desde lejos, nos sumergíamos con solo unas gafas y un tubo y habitábamos otro mundo, para ver a los pulpos de distintos tamaños, incluso cogíamos los pequeñitos se agarraban  al brazo,  y lo sacábamos fuera del agua  triunfantes, los codiciados meros que todos los submarinista perseguían, horas y horas hasta poder atravesar en sus arpones... fue el motivo de una terrible perdida, uno de nuestros amigos  murió...era muy joven, por querer conseguir ese preciado trofeo, se quedo solo pescando y lo encontraron al día siguiente...fue el primer cadáver que vi en mi vida.
 Abundaban las doncellas , herreritas, los preciosos budiones, rascacios que se camuflaban en el fondo, chopitas y muchos mas que tuve el privilegio de ver en su hábitat... y alrededor o pegadas a las rocas  erizos, lapas enormes, mejillones, algas de distintos colores, anémonas, medusas, cangrejos... una maravilla ese mundo silencioso.
Ahora esa playa tan concurrida en los años 60 y 70 está abandonada, descuidada, sucia... Todos prefieren las de arena, con sus tumbonas, parasoles y chiringuitos.¡Que lastima lo que se pierden los niños de ahora!

2 comentarios:

Jaime dijo...

Quiero estar un poco en tus recuerdos, Ceuta de olas; quiero participar contigo en la exploración náutica de un mar que se agita y calma entre las rocas del magnífico e irrepetible momento que nos une.

Un toque de mi mano con tu mano

J.

kaoskaos dijo...

Gracias Jaime, tus palabras me llegan cercanas y !tan amables!. Un saludo querido amigo.